Esta historia es la típica historia de la cuarta salida después de haberse conocido. El parece el hombre perfecto, te encanta, es lo que siempre quisiste. Salen a comer, se sientan frente a frente y el mozo trae la carta, la panera, pregunta si quieren tomar algo y de repente, escuchas el siguiente comentario: “Este mozo tiene una cara de inmigrante muerto de hambre, se va a morir siendo mozo toda su vida” – y desde ahí, todo comenzó a cambiar. Ya la historia del club, del trabajo, el fútbol y el profesor del gimnasio y la serie de Netflix, bla, bla, bla… dejaste de escucharlo. Sólo veías un punto negro en la nariz que era el equivalente a ver el “exit” en el cine que, a pesar de tus intentos por dejar de verlo, ya no podes dejar de mirarlo.
La incomodad te habita y el punto negro en la nariz había tomado todo su rostro y su cara por entero.
Fuiste al baño, te lavaste la cara y a pesar de regresar, poniéndole “toda la onda” el punto negro seguía ahí, fastidiándote toda la noche.
¿Cuántas veces te quedaste con la parte y te perdiste del todo? Realmente, ¿conoces a la otra persona? O es más fácil cortar que seguir. Seguro que sabes lo que no querés, pero ¿Sabés qué querés?
Tus creencias y tus archivos se activan antes situaciones de la vida que te tocan vivir y estos pueden ser:
- Propios: creado al nacer o durante la infancia / adolescencia.
- Ancestral: Lo heredamos / recibimos transgeneracionalmente ya sea por mandatos, hábitos desde que somos niños, a través de dichos o simplemente energías que se transmiten de generación en generación. Y estos archivos se convierten en estas huellas emocionales, que se propagan a través de los lazos familiares.
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¿Cuántos puntos negros en la nariz te bancás? No se trata de tolerancia, se trata de conocerte, para saber qué se despierta cada vez que vivís situaciones como estas.
¿Sos vos? O ¿“aprendiste” a ser de esta manera?
Te espero, así dejas de ver puntos negros en la nariz.